Amo salir a cenar,
que alguien invite algo.
Es lindo,
como si los años de gente diciéndome que hablo demasiado
por fin se derritieran.
que alguien invite algo.
Es lindo,
como si los años de gente diciéndome que hablo demasiado
por fin se derritieran.
Me encanta sentir que mi charla se paga con comida.
Sé que hay otras cosas,
otras agendas,
intereses,
fantasías,
pero no me importa.
Cuando era pequeña
soñaba con ser un hombre de negocios,
solo para recibir en Navidad
canastas de comida y fruta.
Supongo que esto es lo más cerca que he llegado:
no soy un hombre de traje y zapatos bien boleados,
sino una mujer que hace preguntas,
escucha, sonríe,
y come un montón de alitas
mientras de cuenta de Uruguay.