Le expliqué que, cada que amamos,
debemos aceptar que, un día,
ese amor podrá sentirse como dolor.
debemos aceptar que, un día,
ese amor podrá sentirse como dolor.
Le conté de mis amigos que ya no están,
de cómo siguen aquí adentro,
de cómo aún les cuento cosas
y río con ellos.
Le prometí
que, cuando yo muera,
un pedacito de mí se quedará con él
por siempre.
Y él, callado,
queriendo llorar,
pensando en mi muerte.
Le pedí que me dejara existir
los años que me toquen.
Lamenté no poderle prometer
una cantidad exacta,
no poder decirle la edad que tendré, al final.
Pero hicimos un trato:
de amarnos,
contarnos cosas,
pedirnos perdón
y perdonarnos;
de jugar, de reír,
de comer cosas ricas, viajar…
Hicimos un trato de vivir,
el tiempo que nos quede,
vivir.
el tiempo que nos quede,
vivir.