viernes, noviembre 12, 2010

Veinticuatro.

Las horas despiertas algunas noches atacan a las dormidas;
porque quieren que repase el plan magnifico que nunca ocurrirá.
Las horas dormidas rara vez llorar, rara vez temen.
Las despiertan necesitan encontrar faenas insignificantes,
para no pensar en las otras horas despiertas que vienen a liberarlas del puesto.
Las horas dormidas se acurrucan y sueñan, no les puedo pedir más.
Las horas despiertas existen activas, mientras yo imagino que vivo en otra ciudad.
Las horas dormidas tienen otras reglas y otras prioridades...

y así, cada día se convierte en otro; la espera dulce de la felicidad o la muerte.

No hay comentarios.:

Cuando andábamos

Mientas andábamos pensé que ambos mirábamos el cielo, buscando arcoíris, viendo las nubes con forma de cachorros.   Pero tú observabas mis p...